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miércoles, 13 de octubre de 2010

Partida y regreso + extra Sitges

Elune-Adore!

¿Qué tal habéis pasado el puente del Pilar? Yo helada y empapada, pero con la grata sensación de haber conocido nuevos lugares y traer en la mochila nuevas anécdotas y experiencias (y ricos souvenirs para degustar, ñam).

Como comenté brevemente en mi facebook, el domingo pasado nos levantamos pronto para iniciar nuestro road trip dirección Carcassonne (si queréis más información sobre la preciosa ciudad medieval pulsad aquí). En realidad esa era nuestra intención, pero, para variar, nos enredamos (en especial yo) preparando las mochilas, los bocatas, etc, y eran las 12 pasadas cuando iniciamos nuestra pequeña "odisea". Y digo odisea porque el viaje no fue un camino de rosas precisamente xD.

Para empezar no paró de llover en todo el viaje, peor aún, caía más agua a medida que más al norte nos adentrábamos. Mira que le dije a Pol que mirara la previsión del tiempo para Francia, pero según él sólo habría cielos encapotados y pequeñas precipitaciones. Sí, pequeñas... Cuando llegamos a la frontera estábamos calados hasta los huesos y temblando cual gelatinas royale. Es que un poco "descuidados" (o valientes, según se mire) sí somos porque ni por un momento se nos ocurrió coger un paraguas antes de iniciar el viaje y eso que en Granollers ya llovía. Un paraguas, ¿pa qué? Si solo están cayendo unas cuantas toneladas de agua de nada xD.

Como decía, tras un par de horas nos encontramos tirados (bueno, no tanto, pero siempre quedan bien las exageraciones :P) en la frontera, comiendo en el coche unos bocatas de mortadela con pan caducado (es que ni Belén Esteban puede ser más cutre xD), con los jerseis abrochados hasta el cuello, los calcetines chorreando y la calefacción a tope. ¿Pan caducado? Pos sí, porque no nos dimos cuenta de que a las barras congeladas se le había pasado la fecha hasta que fuimos a meterlas en el horno; y al ser domingo no habríamos encontrado un sitio abierto para comprar más. Así que dejando atrás los remilgos (en especial yo, porque, podréis llamarme maniática, pero la comida caducada no me inspira mucha confianza que digamos xD) hicimos los bocatas y que fuera lo que Dios quiera. Y como de momento seguimos aquí (tuve que hacer algunas paradas técnicas durante el viaje pero nada importantes xD), puedo afirmar casi con seguridad que el pan caducado no mata xD.

Una vez recuperadas las fuerzas tras el "nutritivo" banquete, nos dispusimos a continuar el viaje, esta vez ya por tierras francesas. El francés, ¡qué curioso especimen es! Ahorrativo y poco amigo de molestar a los servicios públicos, pues en lugar de llamar a la grua cuando se les estropea el coche, llaman al vecino para que éste los remolque con una cuerda de las de tender la ropa. Os lo juro, lástima no haber hecho una foto.

Unas seis horas después (es que fuimos por carretera y no autopista para evitar peajes), llegamos por fin a destino, el hotel Campanille la Cité. Pequeño, moderno y acogedor, la verdad es que me gustó bastante a pesar de que no hubiera surtido de quesos franceses en el desayuno. Tras el check-in, una pequeña parada en la habitación para verla y dejar las mochilas, nos armamos de valor y, pese que era de noche, llovía y hacía viento, decidimos hacer una primera ojeada a Carcassonne antes de cenar. Lo poco que pude ver teniendo en cuenta el agua, el viento y el frío (volvíamos a estar empapados ya que, listos nosotros, volvimos a salir sin paraguas) me impresionó bastante.



Al día siguiente sí pude apreciarla en casi todo su esplendor. Nunca había visto una ciudad medieval amurallada tan grande y bien conservada (restaurada más bien). Me encantaron los tejados puntiagudos de pizarra tan característicos de los chateus franceses, la inexpugnable doble muralla, las calles totalmente empedradas, la catedral románica reconstruida al gótico, el castillo de los Trencavel, las pequeñas tiendecitas simulando aspecto medieval... me sentí arrastrada en el tiempo; sólo me faltaba el vestido, que no pude comprar por falta de presupuesto T.T (tuve que conformarme con un librito de patrones medievales). Realmente mereció la pena soportar el agua, el frío y el viento para verla. Lástima que apenas pude hacer fotos, ya que el viento llenaba de gotitas el objetivo de mi cámara y el día era demasiado oscuro. Cuando tenga el portatil subiré las pocas que hice (nota: la única foto mía es en la que salgo, las otras son bajadas de la web porque no dispongo del photoshop para aclararlas).

Antes de emprender el viaje de vuelta, degustamos algunas de las delicias francesas en un conocido restaurante (el McDonalds que estaba al lado del hotel) y compramos algunos souvenirs típicos de la gastronomía gala (unos cuantos quesos en un supermercado estilo Lidl y unos pasteles en una panadería junto la carretera).

Como conclusión puedo decir que los franceses no son tan bordes como me habían dicho y que si les hablas en inglés la mayoría hacen el esfuerzo de intentarlo (aunque lo hablan peor que yo); los croissants estan buenos aunque no son la maravilla culinaria que me imaginaba; y que aunque estés en el sur de Francia siempre te sentirás como en casa porque siempre te acabarás topando con un puñado de españoles escandalosos que están haciendo la misma visita que tú.




Ayer fuimos al Festival de Sitges a ver la película Black Death, una obra correcta y sin excesivas pretensiones que hablaba sobre los estragos de la peste bubónica en el s. XIV, las supersticiones y la fe. Ver trailer . Lo que más me atrajo de la película es que estaba protagonizada por Sean Bean (Boromir para los amigos) y la perspectiva de poder verlo en persona y que me firmara un autógrafo, como ya tuve la suerte el año pasado con Viggo Mortensen (uff, qué hombre, impresiona más al natural). Este año estábamos bien preparados con nuestros bolis, cuaderno y carta del Señor de los Anillos (con Viggo no tenía ni papel, tuve que pedirle una hoja a la señora de al lado), mas no pude ser T.T. A presentar el film sólo vinieron el director, un actor secundario y otro que no recuerdo ni quién era. Pese a todo la película me gustó y la recomiendo. Un gran descubrimiento es el monje protagonista (el Jack de Pilares de la Tierra), actua muy bien y lo encuentro bastante atractivo.




3 comentarios:

Rykku dijo...

Ugh, rosa, puaj, rosa XD....donde esté el azul........... :P

Quiero ver las fotos, quiero ver las fotos!! Q tiene q ser una ciudad muy chula! :)

Por cierto, tanto valian los peajes?? O____o

PD: No he visto Pilares....aunq el chaval no me gusta XD Tiene nariz de patata y boca de buzón (al menos en esa foto XD)

Ahilin dijo...

xDD, sabía que no te gustaría. En realidad el rosa es por Marga, el mío es el negro, pero he de confesar que la mezcla de ambos me encanta; a medida que me hago más vieja, más me gusta el rosa :p

Las fotos han quedado bastante mal por culpa de la lluvia y hasta que no les haga un lavado con el photoshop me da vergüenza colgarlas.

Los peajes son una burrada, 20 euros pa ir y 20 para volver. Al final, como nos pillo más mal tiempo y Pol estaba cansado, acabamos regresando por autopista pagando.

Yo Pilares la empecé a ver en Cuatro, pero como me perdí algunos capítulos opté por no ver el final y bajármela entera. No está mal, te la recomiendo (aunque aún no la he terminado). A mi sí me gusta, cierto que tiene unos rasgos algo marcados pero el conjunto en sí lo encuentro atractivo.

Chibiru dijo...

Exageras un rataco largo, pero ha estado divertido xD.

Te recuerdo no obstante la razón por la que cogimos autopista a la vuelta. La previsión del tiempo anunció que las precipitaciones no irían más al norte de los pirineos (lo juro y lo rejuro). Sin embargo, cuando regresábamos de Carcassone a los pocos kilómetros una patrulla de gendarmes cortaba la carretera y desviaba el tráfico a la autopista. La razón era que la lluvia había inundado la carretera en algunos tramos y la habían cortado. Por eso cogimos la autopista. Lo que fue una suerte porque luego nos enteramos que la situación por Girona era bastante mala también.